CONTRATAPA
El buen método no precede al conocimiento, procede de él. No es anterior, sino interior a él. Dicho de otro modo, el método de lectura se desprende de y a partir de la lectura, de manera que las reglas son dadas por Spinoza mismo. Para encontrarlo, hay que seguir entonces el primer precepto que Spinoza ofrece explícitamente a su lector a lo largo de toda su correspondencia. Cada letra que dirige a sus amigos comienza con la famosa máxima "Caute" (Sé prudente) que le servía de sello y de lema. Ahora bien, ¿qué es un lema sino una orden, una regla que engloba a todas las otras y resume por su precisión y su concisión el pensamiento de un autor? Es por eso que conviene primero elucidar la significación filosófica real de este instrumento privilegiado que abre las puertas del sistema.
FRAGMENTO
Prólogo
Violentar el pensamiento
I
¿Cómo se llama ese momento en el cual la potencia de pensamiento no se está efectuando? Impotencia del pensamiento, dice Gilles Deleuze.
La estupidez, en ciertas ocasiones, es otro nombre para ese mismo momento: cuando los signos del mundo no nos violentan lo suficiente como para que el pensamiento piense.
Siguiendo este razonamiento, podríamos también oponer banalidad a creación, a acto.
Ninguna situación es banal o interesante de por sí. Cuando un encuentro fuerza a una potencia a efectuarse estamos ante una situación no-banal. En cambio, se vuelven banales aquellas realidades que no logran forzar a que una potencia se efectúe, y se despliegue.
Lo que pasa tiene un juego complejo con la disposición de las propias energías y capacidades, con nuestra atención a los signos del afuera. Esos signos son los que tienen la capacidad de sacarnos de un sueño impotente para ligar mundo y vida a una práctica lectora (de signos).
Es posible que a veces padezcamos un desfasaje entre nuestra capacidad de lectura -cómo comprender, cómo recortar, cómo predisponerse- y los signos que advienen. Entonces, los sentidos del cuerpo y la inteligencia de nuestros lenguajes desconocen la semiótica mundana, banalizándose el ser pensante como indiferencia frente al mundo. Mundo y vida quedan desligados por una impotencia del alma.
La cautela se vuelve un modo de elaborar estas inclinaciones íntimamente perezosas de lo humano. Frente a las cuales no basta nunca estar advertidos, porque renacen una y otra vez en cientos de situaciones próximas, cotidianas. Ser cautelosos con lo banal. Ser prudentes: asumir una responsabilidad por (con) la complejidad del mundo y estar alerta a la emisión de nuevos signos. Abandonar los modelos y los juicios. Ser cautos: elaborar diagnósticos. La cautela como necesidad de fugarse de la propia estupidez. Porque tras los signos, detectamos vidas buscando lidiar con su propia impotencia. La interlocución con esos signos produce pensamiento.
La prudencia, además, tiende a evaluar activamente los momentos de tristeza: nos permite eludir la inmunización o el acomodo que ellos nos proponen. Y dejar, por fin, que nos violente el pensamiento.
AUTOR/A
Chantal Jaquet es una filósofa francesa especialista en Spinoza. Es docente de la Universidad de París, donde dirige el Centro de Historias de las Filosofías Modernas. Fundó la revista Philonsorbonne.
ARTE DE TAPA
Carlos “Cucho” Fernández. Rústica, con solapa.
Índice
Prólogo: Violentar el pensamiento 7
Nota del editor 9
Introducción 11
Primera parte: El lema Caute
I. La prudencia práctica o el arte de adaptarse al vulgo 16
II. La prudencia teórica o la virtud del entendimiento 21
Segunda parte: La prudencia en el Tratado de la reforma del entendimiento
I. La prudencia práctica en el prólogo 25
II. De la prudencia práctica a la prudencia teórica en el prólogo 27
III. La prudencia teórica 33
Tercera parte: La lógica o el arte de perfeccionar el entendimiento
I. Prudencia y lógica en los Principios de la filosofía de Descartes 43
II. Prudencia y lógica en los Pensamientos metafísicos 52
Cuarta parte: La filosofía: libertad y salvación
I. Lógica y filosofía en el Tratado teológico-político 57
II. Del conocimiento de la Naturaleza a la salvación en la Ética 62
III. Salvación y política en el Tratado político 70
Conclusión 75
Bibliografía 77