CONTRATAPA
La gorra coronada expresa una sensibilidad que venía operando desde hace tiempo capilarmente en los barrios y en la ciudad; publicita por arriba "la revancha" -ese espíritu que una vez gobierno vuelve recargado por abajo-, se mete en cada recoveco de la vida social, en cada esquina de los nuevos barrios, en los verdugueos laborales, en las conversaciones y hábitos cotidianos... Da luz verde y vía libre para el engorrarse, para los vecinos en banda, para la policía y la gendarmería (que se sienten como en "sus mejores épocas", con más guita, más estado de excepción para sus movidas), para los jefes y patrones, para los corazones ortivas que andan sueltos por la ciudad, para los Anti-todo, para todas esas fuerzas que el macrismo convoca a movilizarse en cada barrio contra los "mantenidos", contra las pibas que desafían mandatos sociales y culturales, contra los pibes que están a todo ritmo... En cada desborde - por mínimo que sea- hay una oportunidad para el engorramiento y el revanchismo.
FRAGMENTO
Se votó para extender los interiores estallados a toda la ciudad, se gritó masivamente; mi Vida es mi trabajo y mi familia (y mi umbral de consumo y mi gorra): un mundo privado que deviene país. Ese fue el devenir-voto de la Vida Mula. Esa visión de la vida, esos modos tristes de valorizarla diagraman un asfixiante mundo único para habitar que pugna por tomar “el espacio público” y fagocitarlo; el afuera queda clausurado (las otras posibilidades vitales a indagar). Asistimos a un cambio de época que se venía fabricando sensiblemente hace rato –los signos abundaban, sólo había que intentar leerlos–; el auge de un clima de sanidad y moderación de la vida privada (que es hoy más pública y política que nunca…). Desde las mirillas de la Vida Mula –tomados por ese continuo y desde esa percepción de refugiados- la calle se reduce a policías, metrobuses y un fastidioso tiempo muerto que se experimenta como insoportable demora para ir al trabajo o regresar al hogar. Un voto entonces para mejorar la calidad de la vida (Mula). Un voto para terminar de silenciar algún que otro ruido que viene del exterior (de la calle, de la plaza, del Palacio). Y ahora sí: la autopista despejada y silenciosa para transitar sin molestias por el circuito aceitado de la Vida Mula: la amarga utopía: la silenciosa, doméstica, molecular revolución conservadora de la alegría triste; esa que de forma subterránea se podía percibir en su lenta pero constante expansión durante toda la década ganada (claro, si se la rastreaba a contrapelo…).
AUTOR/A
El Colectivo Juguetes Perdidos (Leandro Barttolotta, Ignacio Gago y Gonzalo Sarrais Alier) realiza, entre otras cosas, talleres y diversos espacios de investigación, agite y pensamiento junto a pibes y pibas en distintos barrios del conurbano bonaerense.
De esos recorridos surgieron libros, varios textos e intervenciones.
ARTE DE TAPA
Foto: Anibal Greco. Diseño: Diego Maxi Posadas. Rústica sin solapas.