CONTRATAPA
Para poder leer a Spinoza, Macherey tuvo que pasar a través de Hegel y pelear de cerca con su pensamiento, con el retrato filosófico que Hegel hizo del filósofo holandés. En este trabajo pionero y ya clásico, la perspectiva más evidente es invertida: es Spinoza quien refuta la dialéctica hegeliana. Pero –se pregunta el autor– ¿significa esto que refuta en realidad toda dialéctica? ¿No se puede decir también que lo que refuta en la dialéctica hegeliana es aquello que justamente no es dialéctico, aquello que el mismo Marx llamó su idealismo? Para la historia material del pensamiento, la expresión “toda dialéctica” está completamente desprovista de interés filosófico. La verdadera pregunta es: ¿cuál es el límite que separa una dialéctica idealista de una dialéctica materialista? ¿Bajo qué condiciones una dialéctica puede devenir materialista? Reconozcamos que Spinoza nos ayuda a plantear la siguiente pregunta, y que le otorga contenido: ¿qué es, o qué sería una dialéctica que funcione en ausencia de toda garantía, de manera absolutamente causal, sin una orientación previa que le fije desde el comienzo el principio de la negatividad absoluta, sin la promesa de que todas las contradicciones en las cuales se embarque se resuelven por derecho, porque ellas llevan en sí mismas las condiciones de su resolución?
FRAGMENTO
Leer a Macherey
La eternidad es ausencia de fines.
1.
Quienes escribimos estas líneas hemos sentido la presencia de Spinoza. La lectura fue el medio para dar con él. La experiencia de la lectura se encarga luego de invertir los términos: justamente, leer la experiencia (cuyo medio es la lectura). Una lectura que se nutre de sentimientos que la acompañan, porque no hay lectura activa que pueda prescindir del vínculo íntimo entre orden conceptual y afectos. Spinoza es quizás uno de los nombres más misteriosos -y radicales- de esta mismidad concepto-afecto.
Se ha dicho muchas veces: a Spinoza se lo percibe en el intento de explorar una intuición atrapada en un abigarrado texto de presunciones geométricas. Escritos una y mil veces desautorizados; como desautorizadas fueron muchas de sus lecturas posteriores (las de Asa Heshel, vagando entre guerras con la Ética en su bolsillo, o Yakov - el hombre de Kiev- en prisión, reflexionando sobre Vida de Spinoza): sin excesivo apego a la letra, más atentos a los efectos producidos por el impacto que implica su encuentro.
Con la edición de este texto de Pierre Macherey pretendemos sumarnos a esa larga lista de filósofos y no filósofos (quienes, sin profesión, se hacen filósofos desde fuera de la filosofía misma) que han sucumbido a esta curiosa fidelidad sin obediencia, que busca una y otra vez los modos de articular fragmentos de textos a la propia investigación, para rehacerse en ella.
¿Confió Spinoza excesivamente en la filosofía? ¿Se entregó en alma y cuerpo al concepto y la palabra expuesta con rigor, enmudeciendo precisamente sobre su propia relación con las pasiones, a las que se dedica largamente, sin embargo, en proposiciones y escolios?, ¿es su dios un dios muerto, pura abstracción, despojado de la vida con que lo representan las religiones?
La política de Spinoza, su filosofía práctica, no se esconde en recónditos detalles en torno al origen de tal o cual palabra utilizada en una vieja carta aún no lo suficientemente descifrada. Su modo de ir más allá depende, para ser iluminado, de nuestras propias estrategias de desacato. El sentido de su sustracción tan radical de la vida pública y universitaria, de sus modos en apariencia solitarios, ascéticos, está definitivamente perdido y sólo alimenta mitos sin fuerza si no se reabre al fragor de una reflexión actual sobre los modos de relación con los libros, las palabras, la vida social, las representaciones públicas y los compromisos políticos.
Spinoza desarrolló en sus días una política de la cautela. Una prudencia extrema -y ya célebre-, ante los sucesos de la vida pública del reino de los Países Bajos de aquellos años del siglo XVII. Sus sugerencias para una moral provisoria tenían por objetivo conquistar los medios para una existencia filosófica a la altura de sus intuiciones, malditas entonces, malditas ahora -contracara de la moda Spinoza de la que sin dudas no hemos dejado de beneficiarnos- sin chocar con los prejuicios de época. Comprendemos muy bien que ni aún así haya podido evitar los escándalos: toda época se define, también, por sus prejuicios. El método de la cautela puede recobrar su proximidad si lo reconocemos como prudencia necesaria y cuidado práctico interior a todo proyecto de desobediencia.
Epílogo
1
Índice
Prólogo. Leer a Macherey, por Michael Hardt y el Colectivo Situaciones
Prefacio a la segunda edición
La alternativa
I. Hegel lector de Spinoza
- El punto de vista de la substancia
- Una filosofía del comienzo
- La reconstrucción del sistema
II. More geometrico
- Hegel y el método
- La reevaluación spinozista del método
- El conocimiento por las causas
- Idea adecuada e idea inadecuada
III. El problema de los atributos
- La ambigüedad de la noción de atributo
- La realidad de los atributos
- La diversidad de los atributos
- Constitución de la substancia en sus atributos
- El orden y la conexión de las "cosas"
- El error de Hegel a propósito de los atributos
IV. Omnis determinatio est negatio
- El negativismo de Spinoza
- Una dialéctica impotente
- Lo finito y lo infinito
- La determinación
- Los modos infinitos
- Non opposita sed diversa
- Las esencias singulares
- Fuerza y conatus
- La teleología