CONTRATAPA
El registro cuidadoso de las luchas y acciones colectivas de insubordinación social que impulsan el desplazamiento del poder y del orden instituido, es la contribución de Raúl Zibechi a los hombres y mujeres que en Bolivia hoy están de fiesta, y a sus hermanos y hermanas que lejos de esas montañas andinas insistimos en nuestras propias tareas de auto emancipación. Este libro se inscribe en lo más hondo de la tensión contemporánea entre autonomía y gobernabilidad, entre revolución e institucionalización, que es sin duda el punto donde estamos situados quienes nos empeñamos en mirar hacia lo por venir, hacia lo por-hacer.
(Fragmento del prólogo de Raquel Gutiérrez y Luis Gómez)
FRAGMENTO
Prólogo
Raquel Gutiérrez / Luis Gómez
1. El momento
Dispersar el poder, el libro de Raul Zibechi que el/la lector/a tiene en las manos, aparece en un momento gozoso y festivo de la casi siempre dura, esforzada y con frecuencia trágica historia de Bolivia. Desde el 18 de diciembre de 2005 y, con mayor intensidad, durante enero de 2006 Bolivia ha estado de fiesta. No es para menos. Después de un ciclo largo de rebeliones, levantamientos, movilizaciones y sublevaciones indígenas y populares abierto en el 2000, hoy se celebra y se disfruta un triunfo que además de dulce, también tiene el ácido y placentero sabor de la revancha.
Evo Morales, hace 4 años expulsado del Parlamento Nacional por "sedicioso" y "terrorista" ocupa hoy la silla presidencial . Alvaro García Linera, hasta hace apenas ocho años encarcelado en la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro por "alzamiento armado y terrorismo" es hoy vice-presidente . Casimira Rodríguez, mujer quechua de pollera, empleada doméstica, tenaz luchadora por el reconocimiento de derechos laborales para las mujeres que sirven en las casas de los ricos, es hoy Ministra de Justicia . Sacha Llorenti, joven activista de los derechos humanos, experimentado mediador en mil conflictos y muchas veces amenazado por represores de todos los partidos, es el embajador de Bolivia ante Estados Unidos . Así podríamos continuar enumerando a las decenas de personas para quienes la vida, desde hace unos días ha dado un vuelco: de la lucha en la calle, de la afrenta mil veces soportada, del estigma adherido a la piel, a quedar colocados en la cúspide de un aparato estatal podrido de racismo y apestoso a desprecio, que se intenta paulatinamente ir desmantelando. Ahí están ahora los que han luchado siempre, luciendo sus costumbres y sus principios en las pantallas de televisión. También están ahí, es cierto, algunos personajes obscuros que no se entiende por qué se colaron a la actual fiesta de los pobres, no se entiende quien les abrió la puerta. Ambigua presencia sobre la que reflexionaremos más adelante.
Bolivia está festejando y no lo hacen sólo unos cuantos. Festeja su triunfo más de la mitad de la población, casi las dos terceras partes. Se sienten satisfechos los miles y miles de hombres y mujeres que desde el 2000 una y otra vez han estado dispuestos a deliberar y movilizarse, a tomar la calle, a bloquear los caminos, a defender los cocales, a enfrentar al ejército oponiendo tan sólo sus cuerpos, su número y su audacia. Todo este mes hemos visto rostros quemados por el sol derrochando grandes sonrisas o emocionadas lágrimas. Hemos visto un jolgorio de símbolos y colores con olor a tierra y a sudor, disfrutando el sabor de la victoria.
¡Y todo esto no es poca cosa! ¡Es nomás cuestión de recordar un poco los años pasados para sentir el profundo contraste! Si pensamos que hace menos de 20 años se derrumbaba estrepitosamente el mal llamado "socialismo real", si recordamos lo gris y triste que eran la vida y las noticias hace apenas 10 años, con el discurso neoliberal aturdiéndonos con su insidioso y ramplón argumento de que si se enriquecían enloquecidamente algunos, a los demás en algún momento alguna migajita nos llegaría a la mesa. Si pensamos en ello, no podemos sino contagiarnos de la eufórica alegría que en este último mes emana de Bolivia.
¿Cómo ha sucedido este cambio? ¿Cómo se ha producido esta posibilidad auto-emancipativa que hoy representa Bolivia? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sido posible que un conjunto de movilizaciones y levantamientos sociales hayan podido llegar hasta donde han llegado hoy, sin dirección única pero eso sí con una fuerte tradición de organización comunitaria; sin una estrategia muy definida aunque eso sí, con objetivos comunes sumamente claros; sin recursos externos de ningún tipo, aunque eso sí, con una capacidad enorme para el derroche generoso del esfuerzo y del tiempo...? ¿Cómo ha sido posible esta auto-redención?
AUTOR/A
Raúl Zibechi es un escritor, pensador y activista uruguayo. Se dedica a investigar el trabajo de los movimientos sociales en América Latina. Fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario, vinculado a Tupamaros, durante la dictadura en su país.
Indice
Prólogo, por Raquel Gutiérrez y Luis Gómez
Introducción
1) La comunidad como máquina social
- La cohesión barrial, forma de sobrevivencia
- Comunidades urbanas
2) La ciudad autoconstruida: dispersión y diferencia
3) Cotidianeidad e insurrección: órganos indivisos
- La guerra comunitaria
- La mirada micro
- Comunicación en movimiento
4) Poderes estatales y no estatales: difícil convivencia
- Juntas vecinales como instituciones
- Movimiento como institución y como mover-se
5) Justicia comunitaria y justicia alteña
- Una justicia no estatal
6) Estado aymara
- La idea de poder-Estado entre los aymaras
- Poderes difusos; poderes centralizados
- ¿Hacia un Estado multicultural?
- Ambigüedades aymaras
Bibliografía
Epílogo. Notas sobre la noción de "comunidad", por el Colectivo Situaciones