CONTRATAPA
El investigador uruguayo Eduardo Gudynas advierte que en la base de la crisis ambiental contemporánea se encuentra una obsesión con valorar a la Naturaleza en función de la utilidad, la manipulación y el beneficio humano. Es una postura antropocéntrica sobre la que descansa la apabullante dominación de la valoración económica.
Frente a esos énfasis, se defiende una ética biocéntrica que, por un lado, recupera otras valoraciones de la Naturaleza no utilitaristas, como por ejemplo las ecológicas, estéticas, religiosas o históricas, y por otro lado, se defiende la existencia de valores propios en ella. Bajo esta ética biocéntrica, se rescatan experiencias latinoamericanas muchas veces invisibilizadas por las políticas desarrollistas, se discuten los avances y contradicciones en los países andinos, y se analizan las implicancias en diversos ámbitos políticos, ambientales y económicos.
FRAGMENTO
De esta manera enfrentamos un proceso simultáneo en varios frentes: La Naturaleza pierde su organicidad, se la fragmenta y algunos de esos fragmentos tienen un precio y dueños, convirtiéndose en mercaderías. El recorrido histórico que va desde la Conferencia de Estocolmo, pasando por La Carta de la Tierra y otras declaraciones, fueron conformando una ética ambiental que otorgaba valores propios a la Naturaleza e inspiraron a Aldo Leopold “ética de la Tierra” (1966) o la “ecología profunda” del filósofo noruego Arne Naess (1989), el ecofeniminismo, como principales antecedentes del biocentrismo. “…apunta a romper con el antropocentrismo, defendiendo la existencia de valores propios en los seres vivos y en el ambiente. Estos son valores independientes de los intereses y utilidades humanas”.
El biocentrismo va más allá de las posturas utilitaristas, donde todas las especies vivientes tienen la misma importancia. Es el reconocimiento del valor inherente de todas las formas de vida. De este modo, la Naturaleza es sujeto de valores, sujeto de derechos. Y en este sentido, se debe avanzar en la discusión de una ética ambiental en relación a una ética social que propenda a una justicia ambiental y ecológica.
Una vez que se logra el reconocimiento de esos valores intrínsecos, se generan inmediatamente obligaciones, incluso derechos sobre el ambiente y los seres vivos, que deberán ser atendidos por las personas, agrupamientos sociales, empresas, el Estado, etc. Desde allí se pueden comenzar a explorar nuevas políticas ambientales construidas desde el respeto biocéntrico”.
Una vez que se discute la postura biocéntrica, se realiza una profunda crítica a las concepciones de Naturaleza heredadas de la Modernidad y racionalidad europeas, para luego adentrarse en los avances que logra la nueva Constitución de Ecuador. Lamentablemente, desde la colonización, la Naturaleza quedó separada de la sociedad, conformada por elementos fragmentados que pueden ser estudiados, dominados y controlados. Más aún, la Naturaleza es oferta de recursos para ser explotados.
AUTOR/A
Investigador y docente uruguayo. Es autor de más de diez libros y numerosos artículos académicos y capítulos en libros, y en 2010 fue seleccionado para integrarse en el Panel Inter Gubernamental de Cambio Climático. Vinculado al trabajo de distintas redes y organizaciones ciudadanas, destaca como uno de los principales pensadores en cuestiones ecosociales.
ARTE DE TAPA
Rústica sin solapas. Diego Maxi Posadas.