CONTRATAPA
El mundo contemporáneo propone a los individuos todo salvo devenir sujeto. En este sentido, se puede sostener la tesis de que el mundo contemporáneo es la idea de la muerte del sujeto como tal, en beneficio de la existencia de animales humanos competitivos que se reparten –por otra parte, en condiciones de desigualdad absoluta– los recursos disponibles.
Entonces, desde este punto de vista, se trata de proponer una resurrección del sujeto o más exactamente una resurrección de los sujetos o, si usted quiere, una resurrección de la subjetividad, dando por sentado que por subjetividad se entiende siempre la relación, el tocar, la incorporación a un proceso de verdad.
Por lo tanto, si la gran cuestión de hoy, con el nombre de retorno del marxismo, reafirmación de la Idea, oposición al capitalismo mundializado, puede ser descrita en cierto sentido como una resurrección –resurrección con respecto al estado de muerte del sujeto instituido por el triunfo del universo mercantil y competitivo, del capitalismo globalizado–, entonces, evidentemente, esta resurrección es esencialmente afirmativa. Ella no tiene por esencia la destrucción de la muerte ni acarrear la destrucción del capitalismo, aunque pueda orientarse en esta dirección; tiene por esencia la reaparición de la posibilidad de ser y de hacer que el individuo viva a la altura del sujeto que es capaz de ser. Porque, a fin de cuentas, pienso que la verdadera vida se da cuando un individuo percibe que es capaz para mucho más de lo que se sabía capaz, cuando franquea su propio límite interior, en materia precisamente de afirmación creadora, de puesta en marcha de una idea colectiva.
FRAGMENTO
Creo que es necesario entender bien que lo que sostiene hoy al nihilismo es, a pesar de todo, la globalización capitalista. Porque la globalización capitalista no fija en realidad ningún otro objetivo para la vida humana que integrarse a esta globalización. Es una prescripción tautológica, porque no se trata de otra cosa que de sostener y de inscribirse en lo que ya hay, considerado además como una victoria irreversible o incluso para algunos como un fin de la vida de la historia.
El motivo se introdujo a propósito justamente del capitalismo globalizado. Todas las subjetividades hoy son convocadas en relación con esta situación. Y el reparto más evidente se hace en dos direcciones.
Primera dirección: la aceptación de esta incorporación al capitalismo globalizado, en el nivel más alto que sea posible. Y este nivel está representado por la categoría de Occidente en general, es decir, hablando con propiedad, por las sociedades liberales con modos de vida que permiten a las personas hacer lo que quieran, en un cierto orden de ideas: la liberación sexual, el reconocimiento de las minorías, el parlamentarismo, las elecciones, todo eso. La integración a eso, lo que yo llamo el “deseo de Occidente”, existe de modo muy extendido. No hay que engañarse respecto a esto. El deseo de Occidente, a saber, la idea de que no hay otro objetivo en el mundo más que encontrar un lugar –el mejor lugar posible– en este agenciamiento del capitalismo globalizado, es una subjetividad de una gran potencia.
La segunda figura subjetiva –aquella por la que la cuestión es central– consiste en caer en la decepción, con la amargura nihilista de aquellos que no encuentran verdaderamente un lugar de este tipo, o que tienen razones para pensar que no lo encontrarán nunca, o que se sienten excluidos de este tipo de lugares, ¿a qué se aferran? Se aferran a las identidades, es decir, precisamente a aquello que el capitalismo globalizado devalúa y supera. Entonces quieren enganchar esta pulsión negativa con una identidad; por otra parte, por razones que son históricas, en la actualidad una de las identidades más activas es la identidad islámica, lo cual, en la profundidad histórica, representa en el fondo la idea de una revancha del mundo árabe por una gran derrota sufrida en realidad alrededor del siglo XV, o algo por el estilo. Y esta idea identitaria, es decir, absolutamente reactiva, da su forma a algo más profundo aún como lo es la imposibilidad real o ficticia de encontrar un lugar conveniente.
Y la tercera figura es la que se opone a la pretensión del capitalismo globalizado de ser la ley del mundo hoy en día. Es una subjetividad que debe arraigarse en la posibilidad de que existe otra cosa aparte de eso.
AUTOR/A
Alain Badiou es un filósofo, dramaturgo y novelista francés. Entre sus libros más destacados se encuentran Teoría del sujeto, El ser y el acontecimiento, Manifiesto por la filosofía y Lógicas de los mundos, entre otros. Su obra es mundialmente conocida y fue traducida a una veintena delenguas.
Giovanbattista Tusa es filósofo, documentalista, artsta visual e investigador de medios.
ARTE DE TAPA
“Getty” de Leila Tschopp. Diseño: Juan Pablo Fernández.